(La información es de El Mostrador)
Este verano que termina nos deja una seria advertencia. Nos ha mostrado el dolor, los daños y las pérdidas que pueden producir los eventos climáticos extremos. Los incendios forestales de los últimos tres meses dejaron en evidencia que en materia de mitigación nosotros y el Estado Chileno no disponemos aún de respuestas coherentes. Es incomprensible cómo se ha tratado de ignorar voluntariamente el efecto motor que jugó la crisis climática. Fue chocante escuchar tal indiferencia e ignorancia voluntaria. Resultado: nuestra gente sufrió una doble injusticia, ya que las comunidades más afectadas fueron las más pobres y las que menos han contribuido al problema del cambio climático.
No nos escudemos en la intencionalidad
En ningún momento las autoridades contribuyeron a aumentar la conciencia de la población sobre una cuestión crucial para Chile: los incendios forestales están siendo magnificados por la emergencia climática. Obviamente de no mediar los factores determinados por la crisis climática tales como: a) la prolongada sequía por más de una década; b) la influencia del fenómeno meteorológico de El Niño que se robustece aumentando la temperatura de los océanos debido al cambio climático; c) la temperatura superior a los 34 grados Celsius; y d) los vientos a más de 50 km por hora. Si consideramos estos factores, la intencionalidad a la cual se achacaron todos los males hubiera sido sólo un incidente más. Simple de entender. Es absurdo pretender tapar el sol con un dedo. Se perdió una oportunidad de hacer docencia y alertarnos, ya que es clave destacar dicha vinculación y los peligros que conllevan.
La nula referencia a los costos
Tampoco las autoridades y los medios se detienen a informar y subrayar el impacto económico de los desastres climáticos. Algunos estudios internacionales han destacado que el Gobierno Chileno cifró en 759 millones de dólares el daño económico de las inundaciones de junio de 2023. Basado en estos datos el informe Counting the Cost 2023: A year of climate breakdown (Contabilizando los Costos 2023: Un año de colapso climático, ver caid.org.uk) lo ubicó en el lugar 11 entre los 20 desastres climáticos de mayor costo a nivel mundial. Es decir en 2023 estuvimos entre los Top 20. En otras palabras, US $39,00 per cápita. Teniendo en cuenta que las zonas afectadas en los incendios de la V Región y Región Metropolitana ocurrieron en una mayor concentración urbana, producción industrial, Pymes e inversiones, el costo de los daños probablemente ascenderán a más de mil o dos mil millones de dólares. Así como vamos, tristemente podríamos escalar a los Top 10 en 2024.
Lo que se nos viene encima
Nos debe quedar claro que debido a nuestra circunstancia ecológica-bioclimática y social, con poblaciones vulnerables de escasos recursos viviendo en zonas de alto riesgo, pronto tendremos que hacer frente a más desastres climáticos. Nos enfrentaremos a catástrofes cada vez más intensas tales como olas de calor, olas de frío, ciclones, temporales, incendios forestales, inundaciones, marejadas, huracanes, deslizamientos de tierra, deshielo de glaciares, crecida de ríos y activación de quebradas, entre otros.
Por nuestras propias incapacidades y el ascenso de los condicionantes como el aumento de las emisiones de CO2 a nivel global, estamos a punto de pasar a un nuevo estado de equilibrio dentro del macrosistema del clima global. En los últimos cuatro meses en varios lugares del planeta ya superamos el límite de aumento de 2 grados Celsius en el promedio de calentamiento global estipulado en el Acuerdo de París. Es decir, ya superamos el límite que la ciencia identificó como máximo para evitar desastres mayores.
Es imperativo tomar conciencia que, de aquí en adelante, viviremos bajo una permanente inminencia. Es una seria advertencia: ya no se trata de calentamiento global, crisis climática o emergencia, desde aquí en adelante es “amenaza climática”. Tomen nota, y no crean a los negacionistas de ultraderecha que abogan en Chile y en el mundo entero por la defensa del uso continuo de los combustibles fósiles (gas, carbón y petróleo), huelgas de tractores, los creadores de ilusiones que falsean los datos climáticos. Peor aún, actualmente hay una campaña mundial en contra los ministerios del Medio Ambiente, los Tratados Multilaterales sobre Medio Ambiente, de las agencias y los organismos no gubernamentales defensores del clima y del medio ambiente, tildándolos con términos ridículos que da vergüenza citar.
La realidad es otra
Pero la realidad en que vivimos es otra. Por el resto de la década y más allá, periódicamente, volveremos a ser puestos a prueba. Ante esta perspectiva estamos en una situación de alta fragilidad y vulnerabilidad, muy atrasados con las campañas. No disponemos de medios de comunicación y tecnologías más efectivas para enfrentar la amenaza climática y opacar a los mentirosos negacionistas que tratan de ocultarla. A todo nivel debemos preocuparnos de informar y educar correctamente por medio de la educación formal a los niños y jóvenes, así como a los ciudadanos, sobre las medidas más efectivas para protegernos y defender nuestros ecosistemas de los colapsos climáticos que se nos vendrán encima. Y de paso, entregar elementos para que individualmente hagan caso omiso de las mentiras de los negacionistas.
Estamos perdiendo un tiempo precioso y despilfarrando recursos. Poco hemos escuchado sobre las repercusiones familiares y sociales de un hogar destruido por todos los desastres. Comprender estas pérdidas sociales no económicas son indispensables para sentar las bases de medidas de mitigación y adaptación climáticas correctas a la realidad chilena. Pero no perdamos las esperanzas. Podemos superar el desafío.
En síntesis, la amenaza climática sobre Chile y el mundo se tornará más cruenta y mucho más costosa. El año 2023 fue el más caluroso jamás registrado. La permanencia del fenómeno de El Niño hasta fines del 2024, hace muy probable que este año sea aún más caluroso y que los desastres aumentan en frecuencia y magnitud. Tomemos en serio la advertencia que hemos experimentado este verano. Ahora es cuando debemos ayudar, actuar y aliviar esta situación que se ha prolongado por demasiado tiempo sin respuestas efectivas de parte nuestra y del Estado Chileno.