(La información es de BBC)
Todo esto se puede encontrar en la Hacienda Puchegüín, ubicada en la Patagonia norte de Chile, específicamente en la comuna de Cochamó, en la región de Los Lagos.
El territorio -calificado como un verdadero refugio climático por conservacionistas de todo el mundo- es de propiedad de un reservado empresario chileno, Roberto Hagemann.
Pronto, sin embargo, podría pasar a manos de cinco organizaciones dedicadas a la conservación que, a pesar de haber sido férreos opositores a los proyectos que Hagemann intentó levantar en la zona en la última década, llegaron a un sorprendente acuerdo de compraventa con el empresario.
Para ello tienen un plazo máximo de dos años para reunir los US$78 millones que se necesitan para adquirir el predio y elaborar el plan de conservación en la zona.
Esto podría permitir conservar un área de 131 mil hectáreas prácticamente virgen, que en el pasado ha estado amenazada por iniciativas de alto impacto ambiental.
También lograría conectar casi 1,6 millones de hectáreas de áreas protegidas entre Chile y Argentina, creando uno de los corredores biológicos más importantes de América Latina.
¿Cuál es la historia y el valor medioambiental de este lugar? ¿Y por qué los conservacionistas decidieron comprarlo?
Proyecto hidroléctrico
La Hacienda Puchegüín fue adquirida por Roberto Hagemann -un empresario chileno dedicado al negocio inmobiliario y minero- a fines de la década de los 2000.
La compra no fue fácil, pues hasta ese momento el predio estaba dividido en cientos de parcelas pertenecientes a distintas familias que tenían los derechos de propiedad.
Pero el empresario lo logró y, al poco tiempo, presentó un proyecto hidroeléctrico para la zona junto a otros ejecutivos llamado Central de Pasada Mediterráneo.
La iniciativa -con una capacidad de generación de 210 megavatios– pretendía aprovechar la potencia del río Manso que nace en Argentina, a la altura de Bariloche, y desemboca en el río Puelo, del lado de Chile.
No obstante, el proyecto encontró rápidamente una férrea oposición de grupos ambientalistas liderados por la ONG chilena Puelo Patagonia, que aseguraban que la construcción de la central y de sus carreteras y líneas de transmisión provocaría daños irreparables a la biodiversidad del lugar, a su flora y fauna, y también a sus habitantes, muchos de ellos dependientes del turismo.
En declaraciones a BBC Mundo, Hagemann comentó que en ese momento se “había hecho todo lo que estaba al alcance para desarrollar sosteniblemente” la central hidroeléctrica.
Sin embargo, en 2017 la iniciativa fue paralizada luego de que un tribunal ambiental en el sur del país decidiera retirarle la calificación ambiental.
El empresario, entonces, decidió poner a la venta el terreno.
En 2019 fue promocionado por la empresa de propiedades de lujo Christie’s International Real Estate, con sede en Estados Unidos, como un “paraíso de incomparable belleza natural”.
El precio rondaba los US$150 millones, según los registros de Christie’s.
Las organizaciones medioambientales siguieron de cerca los movimientos del mercado inmobiliario con temor ante la posible adquisición de la hacienda por parte de inversores sin interés en la conservación del terreno.
Entonces, poco a poco, comenzaron a organizarse… y a negociar con Hagemann, a pesar de sus diferencias.
Hasta que a principios de este año lograron el acuerdo.
Según el empresario, su interés era vendérselo a quienes “sí contaran con el apoyo y la espalda económica para protegerlo y conservarlo, tal como se merece esta biodiversidad”.
¿Por qué es tan especial?
Puelo Patagonia, junto a las otras cuatro organizaciones internacionales involucradas –The Nature Conservancy, Freyja Foundation, Patagonia Inc. y Wyss Foundation– lanzaron a fines de abril la campaña “Conserva Puchegüín” para recaudar el dinero.
Según los ecologistas, hay preocupación pues «esta propiedad privada carece de la protección legal y ambiental que la blinde frente a las amenazas que ha sufrido la zona por años, como la subdivisión de la tierra».