(La información es de Equipo Multimedia Emol)
Las olas de calor registradas en Europa y América del Norte no se habrían producido sin el cambio climático inducido por la humanidad, que hizo también que las altas temperaturas en China fueran aún más extremas, según un estudio divulgado por el grupo World Weather Attribution (WWA, en inglés).
Las temperaturas se dispararon en junio en el suroeste de Estados Unidos, mientras que en la zona del Mediterráneo, las olas de calor este julio provocaron incendios forestales y forzaron a la evacuación de miles de personas en la isla griega de Rodas.
WWA, formado por científicos del Reino Unido y los Países Bajos, advirtió en un análisis que las olas de calor serán más intensas y frecuentes hasta que el mundo deje de quemar combustibles fósiles.
¿Qué concluyeron los investigadores sobre las olas de calor intensas?
El estudio ha encontrado que las huellas del cambio climático están presentes en las olas de calor intensas que afectan al mundo este mes.
Se afirma que los letales períodos de calor en el sudeste de Estados Unidos y el sur de Europa no podrían haber ocurrido sin la acumulación continua de gases de calentamiento en el aire.
Las olas de calor extremadamente fuertes están volviéndose más comunes y el aumento de gases de efecto invernadero, en su mayoría provenientes de la quema de carbón, petróleo y gas natural, ha hecho que otra ola de calor, la de China, sea 50 veces más probable de ocurrir cada cinco años aproximadamente.

La atmósfera estancada, calentada por el dióxido de carbono y otros gases, ha hecho que la ola de calor en Europa sea 2,5°C más caliente, la de Estados Unidos y México 2°C más cálida y la de China 1°C más calurosa.
El calentamiento global debido a la actividad humana ha sido un factor determinante en las olas de calor en Europa y América del Norte, pero no en la de China, donde podría haber ocurrido sin el calentamiento global.
El estudio sí concluye que la ola de calor en China habría sido un evento de una vez cada 250 años; mientras que los de América del Norte y Europa habrían sido estadísticamente casi imposibles.