(La información es de Bio Bio Chile)
El panorama es preocupante. Un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), señala que hay un 80 % de probabilidades de que la temperatura media anual del planeta supere el máximo histórico de 1,5 °C dentro de los próximos cinco años, pudiendo oscilar por primera vez entre 1,1 °C y 1,9 °C.
Pero, ¿de qué manera nos afecta que superaremos el nivel de 1,5 °C? Este evento que podría ocurrir entre los años 2024 y 2028, ya desencadena varios impactos climáticos como olas de calor mortales, constantes precipitaciones y períodos de sequías más prolongados.
Por otro lado, también ocurren fenómenos extremos que no notamos a diario, como la reducción de las capas de hielo, el hielo marino y los glaciares, la aceleración del aumento del nivel del mar y el calentamiento de los océanos.
Para poner en orden esta serie de datos, BBCL conversó con Francisco Fernandoy, quien es académico de Geología de la Universidad Andrés Bello.
Según cuenta el geólogo y Doctor en Geoquímica de la Universidad de Potsdam, Alemania, el calentamiento global es un proceso anómalo, “atribuido a la acción humana por los numerosos estudios científicos que se ven reflejados en los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés)”.
El informe más reciente del organismo data del año 2023, y señala que el aumento de la temperatura causado por el hombre en la actualidad es de 1.1ºC, si tomamos como referencia a la temperatura promedio global previo a la intensificación de la actividad industrial o periodo pre-industrial, ocurrido entre 1850 y 1900.
Seguidamente, el 2023 fue el año más cálido jamás registrado, pues la Tierra alcanzó los 1,45 °C por encima de los niveles preindustriales. A la par, los niveles de dióxido de carbono, en la actualidad, son un 50 % superiores a la era preindustrial, indicó la OMM.
Cambio climático: un escenario desalentador
En Chile, en el año 2020, se lanzó el Atlas de Riesgo Climático (ARClim) un informe que va en la línea de los trabajos conocidos por el IPCC.
A través del Atlas se realizó una compilación de 35 modelos de climáticos globales (GCM) e integra datos meteorológicos observados, para generar una proyección futura.
En este sentido, Fernandoy detalla que esta herramienta mide con precisión “un escenario futuro de liberación de gases de efectos invernadero pesimista, es decir, de intensas liberación de gases como CO2 a la atmósfera, por lo tanto se asume que no se logran los objetivos que se han recomendado para mitigar estos impactos en los informes científicos. A esto se le conoce como un escenario RCP8.5.”.
Las proyecciones futuras indican el impacto de una sequía, desde la zona central de Chile y que tiende a extenderse hacia el sur.
“Concretamente, las regiones que se verían afectadas bajo este escenario pesimista, van principalmente desde la región de Coquimbo a la región de la Araucanía, con un aumento de eventos de sequía clasificado como severo”, agrega el experto a La Radio.
Sin embargo, otro fenómeno de mayor envergadura ocurre con el derretimiento de la nieve en la Cordillera de los Andes. De hecho, el macizo sufre una pérdida de su manto de nieve del 12% por década, reveló una publicación de la revista científica Nature.
Déficit hídrico en Chile
La disminución de precipitaciones en la zona de montaña tiene un fuerte impacto en la disponibilidad de los recursos hídricos en general.
El docente de la Universidad Andrés Bello recalca que “las precipitaciones de invierno y la fusión de la nieve caida en este período y que se derrite en primavera y verano es la principal fuente de agua de gran parte del país y en especial de la zona centro sur de Chile, que además concentra alrededor de un 83% de la población del país”.
Para ejemplificar esta situación, en la cuenca del Aconcagua -la principal cuenca de la región de Valparaíso- aumenta su escorrentía hasta en un 75% del total anual entre los meses de octubre y marzo. Lo que se produce por el derretimiento de la nieve acumulada en el invierno en las zonas montañosas altas.
Finalmente, si la precipitación disminuye, la disponibilidad de este recurso hídrico corre riesgo. En este punto, el experto menciona que los glaciares asumen un rol importante, porque estas masas de hielo contribuyen hasta un 70% de la escorrentía en períodos de sequía, admite Fernandoy.
Por ejemplo, en la Patagonia desde el 2009, se registraron varios deshielos que afectaron a los glaciares de la región. Cabe mencionar que los glaciares cumplen la función de abastecer de agua para la agrícultura, además de ser reservas de recarga de ríos, lagos y napas.