(La información es de Agencia EFE)
La experta en neuropsicología infantojuvenil Nieves López-Brea asegura en una entrevista con EFE que la sobrecarga de información y de estímulos audiovisuales pueden saturar el cerebro, algo que dificulta los procesos atencionales, de filtración de datos y la memoria tanto a corto como a largo plazo.
“Podemos usar ChatGPT para filtrar esos datos y que nos traiga calentito del horno lo que nuestro cerebro debería haber procesado por él mismo, pero, ¿para qué malgastar energía?”, ironiza López-Brea sobre la comodidad que ofrece esta herramienta basada en la inteligencia artificial y sus riesgos.
El pensamiento crítico, explica la experta, se desarrolla para filtrar la información de la que se dispone y organizar ideas para luego decidir y orientar los pensamientos, valores y creencias. “Si la información que recibimos proviene de una misma aplicación, entonces no podremos desarrollarlo”, lamenta.
Según un informe de GfK DAM, medidor oficial de consumo digital en España, el grupo de edad que más usa ChatGPT corresponde a la Generación Z, de 16 a 24 años. Esta aplicación llegó al millón de usuarios en tan solo cinco días, una cifra que le tomó tres años y medio lograr a Netflix, según datos de Statista.
Una herramienta falible
Nieves López-Brea alerta de otro de los riesgos de ChapGPT, y es que “también comete errores”, así que no es una herramienta tan “infalible” como se pensaba. “Si se alimenta de la información almacenada en la Red, también lo hace de los sesgos y errores que en ella viven”, apunta la psicóloga.
En la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga, dos profesoras recurrieron a ChatGPT en una actividad en clase. La tarea encomendada consistía en pedirle a esta herramienta que elaborara una cronología sobre un tema específico para que, posteriormente, el alumnado pudiera detectar posibles carencias y corregirlas.
“ChatGPT tiene una utilidad brutal, pero hay que saber utilizarlo porque si no el resultado que te da es incoherente”. La docente María Eugenia González, que coincide con López-Brea en que la aplicación no es del todo fiable. Y señala cómo algunos de los trabajos elaborados por inteligencia artificial omitían datos relevantes, como fechas o autores.
González insiste en la importancia del aprendizaje memorístico para poder manejar esta herramienta. Esta puede servir como apoyo: “Hay que saber filtrar, cotejar y estructurar la información. ChatGPT no te soluciona la vida”, aclara.
Acogida desigual
Esta tecnología ha tenido una acogida desigual en las aulas. En algunas ciudades, como Oslo (Noruega), los responsables educativos han apostado por integrar ChatGPT en clase. Han otorgado la licencia para usar esta herramienta a 110.000 alumnos y profesores.
En España hay estudiantes que son precavidos a la hora de usarlo. “Es una máquina que se puede equivocar”, según reconoce Ángela Cantalejo, una alumna de la asignatura que imparte González. Aun así no descarta volver a usar esta herramienta para complementar sus trabajos.
La estudiante Gloria Pérez coincide con su compañera en que ha empleado este chatbot como base del trabajo. Para elaborar, mediante el contraste y la ampliación de los contenidos proporcionados, un relato más completo.
ChatGPT y sus riesgos
Ante la dicotomía de usar o no la aplicación creada por OpenAI, el investigador del CSIC Pedro Meseguer asegura a EFE tenerlo claro. “No debemos evitar esta herramienta, al igual que no evitamos usar un teléfono móvil”.
Sin embargo, Meseguer reconoce que habituarse a esta aplicación puede provocar que el usuario sea menos capaz de poner en marcha sus propios mecanismos para resolver problemas de la vida diaria.
El investigador subraya que la capacidad de cultivo interior de un ser humano es infinita,. De modo que siempre se puede estar mejorando y aprendiendo cosas nuevas. “Usar ChatGPT para tener cada vez menos competencias es una mala elección”, recalca.
Ante la pregunta de si la sociedad está preparada para lidiar con esta aplicación, la profesora de la Universidad de Málaga Natalia Meléndez responde a EFE de manera tajante: “No, no lo estamos, ni con ChatGPT ni con toda la inteligencia artificial que está por venir”, asevera la docente, que aboga por un uso ético de este tipo de herramientas. EFE