(La información es de BioBio Chile y Europa Press)
El Laboratorio de Madera Espacial de la Universidad de Kioto está desarrollando el primer satélite artificial de madera del mundo. Su lanzamiento será en febrero de 2024.
LignoSat es un satélite del tamaño de una taza de café, fabricado con madera de magnolia, en un proyecto conjunto con la agencia espacial japonesa (JAXA) y la NASA.
La madera no se quema ni se pudre en el vacío sin vida del espacio, pero se incinera hasta convertirse en una fina ceniza al reingresar a la atmósfera de la Tierra, lo que la convierte en un material sorprendentemente útil y biodegradable para futuros satélites.
Después de probar con éxito sus muestras de madera a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) a principios de este año, los científicos creen que el satélite de prueba está en condiciones de ser lanzado.
“Se probaron tres muestras de madera y no mostraron deformación después de la exposición al espacio“, dijeron los investigadores en un comunicado en mayo, citado por Space.com.
“A pesar del ambiente extremo del espacio exterior, que implica cambios significativos de temperatura y exposición a intensos rayos cósmicos y partículas solares peligrosas durante 10 meses, las pruebas confirmaron que no hay descomposición ni deformaciones, como grietas, deformaciones, peladuras o daños en la superficie”.
Un satélite de madera y biodegradable
Para decidir qué madera utilizar, los científicos enviaron tres muestras de madera (magnolia, cerezo o abedul) a la ISS para que se guardaran en un módulo expuesto al espacio. Los investigadores se decidieron por la magnolia porque es menos probable que se parta o rompa durante la fabricación.
Más de 9.300 toneladas (8.440 toneladas métricas) de objetos espaciales, incluida basura espacial como satélites inoperativos y trozos de etapas de cohetes gastadas, orbitan actualmente la Tierra.
Los metales brillantes de los que están hechos, como el titanio liviano y el aluminio, aumentan el brillo general del cielo nocturno en más de un 10% en grandes partes del planeta, creando contaminación lumínica ambiental que hace que los fenómenos espaciales distantes sean más difíciles de detectar.