(La información es de El Líbero)
El primer gobierno de la Presidente Michele Bachelet, que comenzó el año 2006, fue la primera administración de los años recientes que debió enfrentar un problema que parecía relativamente nuevo en el país: la disminución de precipitaciones que comenzó en 2008. Previamente, tuvimos racionamiento eléctrico en el invierno 1999 producto de una sequía que afectó a Chile, pero los años siguientes ya tuvimos una cantidad de precipitaciones suficientes. En todo caso, en esos años era raro que hubiese períodos con pocas lluvias o poca nieve y el tema de la sequía no tomó mucha fuerza.
Sin embargo, el agua empezaba a ser un asunto de interés. En 2008 se comenzaba a discutir sobre la Gestión Integrada de Cuencas, desde la entonces Conama (hoy reemplazada por la institucionalidad ambiental), a través de la publicación de la Estrategia de Gestión Integrada de Cuencas Hidrográficas, que, sin incluir escenarios de cambio climático o de escasez de precipitaciones, proyectaba problemas de abastecimiento en las regiones del Norte Grande, Atacama, Valparaíso y Metropolitana. También es relevante destacar que en este documento se plantean los “organismos de cuencas” como una instancia de carácter público privado con la forma de un directorio u otra e “integrados por los principales agentes o actores vinculados al agua en una determinada cuenca: usuarios y actores relevantes”.
El 2010 asume la primera administración del Presidente Sebastián Piñera, y al poco andar, la sequía ya era un tema instalado. Esta situación, llevó a desarrollar y publicar la Estrategia Nacional de Recursos Hídricos 2012 – 2025, la cual es más amplia que la sola gestión integrada de cuencas. Este documento se estructura en 5 ejes:
- Gestión eficiente y sustentable
- Mejorar la institucionalidad
- Enfrentar la escasez
- Equidad social
- Ciudadanía informada
El foco de los ejes estuvo en el uso del agua como una necesidad para alcanzar el desarrollo.
En todo caso, hubo más acciones en ese período. Por ejemplo, el desarrollo del Diagnóstico de la gestión de los recursos hídricos (2011) y el Estudio para el mejoramiento del marco institucional para la gestión del agua (2013), ambos desarrollados por el Banco Mundial y citados hasta el día de hoy.
En marzo de 2014, Michelle Bachelet vuelve a La Moneda y en enero de 2015, sólo 10 meses después, demostrando que el tema sí tenía urgencia, se publica la Política Nacional para los Recursos Hídricos 2015.
El documento comienza con la siguiente afirmación, que está tristemente vigente hoy: “No hay peor enfoque que enfrentar una situación estructural sólo con medidas de corto plazo. Por supuesto que necesitamos medidas para lo inmediato, y se están tomando y se continuarán tomando, pero, por sobre todo, necesitamos un enfoque de largo plazo, una mirada país. Necesitamos una Política Nacional de Recursos Hídricos, necesitamos fortalecer nuestra institucionalidad pública, de cara a estos desafíos”.
Esta Política Nacional fue elaborada por la “Delegación Presidencial para los Recursos Hídricos”, instancia que funcionó en el Ministerio del Interior poco menos de dos años, entre marzo de 2014 y diciembre de 2015, según la información disponible. Este documento es un excelente trabajo y vale la pena leerlo, al menos para darnos cuenta de que el diagnóstico sobre nuestros problemas de agua ya estaba muy completo hace 10 años.
Así, llegamos al segundo gobierno del Presidente Sebastián Piñera, en donde hubo un enfoque diferente al tema. Habida consciencia de que el problema era importante, y que no bastaban los impulsos desde el Ejecutivo (como los de 2008, 2012 o 2015) para hacerse cargo de un problema que seguía creciendo se convocó a la Mesa Nacional del Agua.
Esta fue una instancia transversal conformada por parlamentarios de gobierno y oposición, representantes sectoriales, expertos y dirigentes sociales, entre otros. La mesa sesionó semanalmente desde 2019 hasta 2022 en que se publicó el Informe Final de la Mesa Nacional del Agua, que no buscó hacer nuevos diagnósticos, sino que estructuró los desafíos de Chile en materia hídrica en doce puntos organizados en cuatro ejes:
- Seguridad hídrica
- Calidad de aguas y ecosistemas
- Marco legal e institucional
- Ejes transversales.
Finalmente llegamos al presente. No debiera sorprender que en estos dos años el actual gobierno no haya publicado un documento general respecto del agua. Con 16 años de experiencias y cuatro documentos, cada cual más macizo que el anterior, ya sabemos que la solución a nuestros problemas hídricos no se resuelven con más informes, con mayor número de páginas, mejores citas científicas y hermosas fotos de paisajes.
¿Qué ha pasado? ¿Qué no ha ocurrido?
Durante 16 años el agua ha sido un tema de discusión casi permanente, pero no hemos avanzado en soluciones concretas. Hemos aprobado nuevas leyes y actualizado otras normativas, algunas importantes, varias en el sentido correcto y otras no tanto. Las causas de este inmovilismo pueden ser muchas, desde las lluvias pasajeras que nos hacen olvidar que estamos en sequía, o el gran tamaño y dificultad que significan las obras hidráulicas necesarias.
Otro motivo pueden ser las visiones ideologizadas que han privilegiado el conflicto en lugar de la solución, el poco incentivo a realizar iniciativas más largas que un período presidencial o, simplemente, la falta de conciencia sobre la gravedad del problema.
Petorca fue la “cuenca símbolo” de la sequía hace algunos años, y hoy lo es toda la región de Coquimbo. En 2021 las ciudades de Valparaíso y Santiago estuvieron cerca de quedarse sin agua para el consumo humano y saneamiento, y progresivamente vemos cómo la actividad agrícola, principal motor productivo de territorios rurales y mayor empleador de sus habitantes, se va viendo disminuida y desplazada, con el impacto social que ello significa.
¿Qué más tiene que pasar para que realmente tengamos sentido de urgencia?
Es necesario buscar acuerdos, comenzar con lo básico, entender a los que no piensan como uno y disponerse para tener un diálogo genuino, basarse en datos reales, apoyarse en la ciencia, comprender lo importante que es el agua, para el consumo humano y también para la producción y la biodiversidad.
Cuando el agua falte, faltará para todos, y entonces resonará con más fuerza una conocida frase de Mark Twain: “Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste”.